Filadelfo Ortíz García
Nació en el año de 1,882 en el mes de mayo, siendo sus padres el Señor Dolores Ortiz y Doña Francisca García. Sus primeros estudios los curso en la Escuela de la Villa, siendo sus grandes profesores Ezequiel Molina y José Hernández.
Reconociendo sus padres su inclinación al estudio acordaron enviarlo a la Ciudad Capital internándolo en el Instituto Nacional Central de Varones en donde era Director el Profesor Santos Toruño y otro mentor, el profesor Víctor Sánchez Ocaña.
Sus notas de estudiante fueron brillantes, pero al finalizar el tercer año de la carrera, la familia sufrió graves quebrantos económicos que lo imposibilitaron continuar costeando aquellos estudios, con gran pesadumbre el joven estudiante retorna a su tierra. Ya el alma de profesor que había en el estaba formada y para ayudar económicamente a la familia, logra primera colocación en el Magisterio, para fortuna de todas las generaciones Sanjunaeras. Corría el año 1,903 cuando la Escuela de San Juan, contaba entre otros profesores a Don Aurelio Molina y a Don Ismael García.
En 1,906 el llamado de la Patria interrumpe sus servicios. En este tiempo se suscita una seria controversia entre los gobiernos de El Salvador y de Guatemala, el primero presidido por el Presidente Regalado y el segundo por el Licenciado Manuel Estrada Cabrera, lanzando a los dos pueblos a la guerra. Nuestro querido profesor se alista en el llamado “Batallón de San Juan” al mando del General Víctor Durán. Como hecho sobresaliente y para gloria de nuestras armas sanjuaneras se destaca el hecho que el Batallón penetro con fusil en la mano a las cumbres de Metapán, siendo el ilustre maestro abanderado del mismo con el grado de subteniente del Ejército. Sus alumnos ya se pueden imaginar los sinsabores que pasaron estos veteranos de la guerra. Dejar a la familia con la casi segura perspectiva de la muerte… es para poner los pelos de punta al más valiente. Y si a esto se agrega que el maestro a estas alturas cortejaba a una hermosa mujer, la culta señorita Rosalía Manzo, que tiempo después iba a ser la compañera del hogar, es para aumentar más ese feo temblor que se experimenta al acercarse a la muerte. Sin embargo, regresa vivo y con más vigor para la lucha. Sienta plaza de Teniente del Ejército en el Cuartel de Matamoros, dejando pues por estas circunstancias, interrumpida la docencia.
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Vuelve a la escuela en el año 1908. Van transcurridos 44 años y el ciudadano maestro, hijo predilecto de nuestra tierra, continúa sin interrupción prestando sus servicios valiosos a la patria, con devoción insuperable y rindiéndole con esto a su pueblo el triunfo de estar contribuyendo al progreso y mejoramiento del mismo.
Millares de millares ostentan el orgullo de haber sido alumnos de Don Filadelfo, rebuscando estas enormes listas encontramos a Don Maximiliano García conocido agricultor de una honradez intachable y jefe de honorable hogar; Monseñor Gilberto Solórzano, Canciller del Arzobispado; Roberto García, Coronel del Ejército de Guatemala; Gonzalo del mismo apellido, Capitán (ya fallecido); Jorge Morales C. conocido agricultor y hombre progresista como se verá; Lauro Morales Q.E.P.D. hombre muy querido y recordado por todos, padre de distinguida familia sanjuanera; Ramiro Rivera y Arturo García, recibidos de doctores, prestando a la humanidad importantes servicios sociales; Darío Morales García, intelectual denota Sanjuanero, Perito Contador y estudiante de la Facultad de Economía. Orador pomposo por su alta ilustración, siendo alumno del maestro, él lo escogió entre otros para una beca para estudiar mecanografía en la Academia dirigida en la localidad por el Señor Arévalo. Más tarde como fruto de estas enseñanzas, se corono campeón de Mecanografía, con un record de velocidad no superado hasta la fecha. En fin, muchísimos otros que nos escapan, pero con los mencionados, dan una pequeña idea de la fecunda labor docente realizada por el Gran maestro, honra y gloria de su pueblo.