Floricultura, agricultura y caficultura, como herramientas para el desarrollo sostenible
San Juan Sacatepéquez es reconocido como “La Tierra de las Flores”, porque se caracteriza por la amplia y buena calidad de las cosechas de flores, cuyo cultivo es la fuente de ingresos más importante entre las familias sanjuaneras.
Una gran parte de su población participa en la producción, cosecha y venta de la gran variedad de flores, entre las cuales destacan las rosas y crisantemos. Esta ocupación es de carácter familiar, ya que trasciende de generación en generación.
Tal es el caso de Felipe Raxón, quien aprendió el oficio de agricultor como una herencia de su padre y de su abuelo. Cuando Felipe habla sobre el orgullo que siente al ver las flores, el campo y a su familia, su rostro se ilumina: “Me siento orgulloso de ser sanjuanero, de ser guatemalteco y sobre todo agricultor”.
Durante su participación en el programa Floricultura para el desarrollo, Felipe recibió asistencia técnica enfocada en el mejoramiento de calidad y productividad.
De acuerdo con Ángel Oliva, gerente de Gestión Social de Planta San Gabriel de Cementos Progreso, en este programa 125 familias sanjuaneras conocieron de primera mano nuevas prácticas agrícolas para elaborar planes de fertilización, el manejo integrado de plagas y enfermedades, así como la generación de valor agregado por medio de prácticas post cosecha.
Granos de café y otras cosechas
Los pobladores en San Juan Sacatepéquez aprovechan el tipo de tierra y el clima para cultivar, además de las flores, café, maíz, frijol, ayote y distintas especies de hortalizas.
Con el objetivo de contribuir al desarrollo del territorio y trabajar de forma articulada con las comunidades de la zona, Cementos Progreso identificó la producción cafetera como una oportunidad de desarrollo para San Juan de Sacatepéquez, tierra templada entre los 1,500 y los 2,200 metros sobre el nivel del mar, ideal para cultivar diversas calidades de café.
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En el último año, 115 familias participaron en el programa Caficultura Sostenible y recibieron capacitaciones sobre el manejo agronómico del cultivo de café, junto con insumos agrícolas para mejorar la productividad y calidad de sus cultivos.
Asimismo, otras 150 familias sanjuaneras formaron parte del programa Sistema Milpa para recibir capacitaciones y asesoría técnica para la producción de maíz, frijol y ayote. Cada participante recibió un paquete tecnológico para facilitar el incremento de la calidad y productividad de su cosecha.
En pro de la seguridad alimentaria
Durante la emergencia ocasionada por la pandemia, el cultivo de huertos vegetales se convirtió en una herramienta para contribuir a la seguridad alimentaria de 200 familias en San Juan Sacatepéquez.
Quedarse en casa, sin trabajo, limitó aún más el acceso a alimentos, salud e ingresos para las personas. Así lo relata Marta Julia Puluc, quien es tejedora pero conforme fue avanzando la pandemia, las solicitudes por nuevos tejidos se redujeron.
Misma situación fue experimentada por Rosario Subuyuj Sabán y Norma Subuyuj, quienes encontraron el proyecto Jardines Vegetales una opción para aportar activamente al sustento y alimentación de su familia.
Gracias a este proyecto, cultivaron 12 especies de hortalizas: cilantro, apio, cebolla, acelga, remolacha, espinaca, coliflor, repollo, brócoli, lechuga, rábano y macuy. A cada familia beneficiada se le facilitaron semillas, pilones, fertilizantes y plaguicidas.
“Como producto de estos cuatro programas, en el último año trabajamos junto a 590 familias para desarrollar sus capacidades, en beneficio del desarrollo sostenible de sus comunidades”, añade Oliva.